Novela ~

Momento de dejar al futuro salir ~

Prólogo:
En los días lluviosos, nos inundaba una alegría hermosa, una libertad compartida… Solíamos salir a la puerta de entrada tomadas de la mano y, con los ojos cerrados, sentíamos la frescura de cada gota que caía por nuestras mejillas…
Recuerdo esos tejados por los que corríamos, siempre con cuidado, sin que nadie nos viera…Aquellas estrellitas tintineantes que colgaban de la puerta… Los paseos eternos por la playa, el perfume del mar, su música…

Capítulo I: La playa ~
La casa era un caos, Ema (su hermana mayor) y Leo (el más pequeño), se encontraban discutiendo por el control del televisor…Su madre le estaba hablando, pero Greta no tenía ganas de oír, por lo que se mantuvo mirando a través  del cristal por un buen rato… Como podía una persona decir tantas cosas sin sentido, tan rápido… ¿Se detendría a respirar? Las palabras corrían una atrás de otra atropellándose, incrementando aquel nudo que, ahora, se disponía a dejarla sin voz.  
¡¿Puedes parar?!- Gritó -No soporto más escucharte, si tanto molesto, ¿¡Porque no me dejas ir?! - Greta, caminó con paso arrogante y destructivo. Revoleó las hojas sobre la mesa, y subió muy deprisa las escaleras. Una vez en su cuarto, se abalanzó sobre la almohada, y rompió en llanto. Era un llanto con angustia,  fuerza, con impotencia…Cada día se repetía la misma escena, como un disco rayado que no puede avanzar, y no puede más que seguir destruyéndose. Se mantuvo un rato con la cara estampada en la almohada hasta que se agotaron sus lágrimas y se consumió en un sueño profundo.

Eran las 11 am en Hendaya, un pueblo limítrofe entre Francia y España. Un hermoso pueblo donde Greta había pasado toda su vida.
Los rayos de sol, comenzaron a penetrar la ventana frente a su cama y la despertaron. Greta, se sentó. Parecería ser un día hermoso- pensó. Camino hasta su placar, y preguntándose cual sería el color para aquel día,  se decidió por un vestido azul marino con unas puntillas en el escote, un hermoso vestido que su abuela le había comprado cuando viajaron a parís. Tomó sus libros, el mp3 y una pequeña cartera de mano. Se miró rápidamente en el espejo, y sin más intención que salir  de aquella casa, emprendió una caminata hacia la playa.
En el camino, se detuvo en el bar “La estrella”, era un lugar tranquilo que ella y sus amigos frecuentaban. Pidió una hamburguesa, y siguió su rumbo. Al llegar a la playa, se tiró en la arena junto a un parador y, abrazándose las piernas con ambos brazos, se quedó contemplando el inmenso mar. A unos diez metros, Greta podía ver a Benjamín y a Cosme, su mejor amigo. Se encontraban en la orilla haciendo pases  como de costumbre. Greta continuó con la vista fija en el mar y se sumergió en una enorme nube de pensamientos que, rápidamente, invadieron su mente. Pensó que Benjamín no estaba nada mal, pero que aún así jamás entendería el fanatismo de sus compañeras por él. Ben, era un chico alto, de  cabello castaño con ojos verdes, el típico chico perseguido por  todas. Quizás eso era lo que la hacía… desinteresarse. De todos modos, él no parecía ser su tipo. Lo conocía desde jardín de niños, él era un año mayor.  Sabía suficiente de él, o al menos eso creía.
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Un viento agradable, comenzó a soplar, interrumpiendo su cadena de pensamientos, y Greta se sintió muy a gusto con aquel cosquilleo. Estaba de buen humor, si bien su vida no le parecía ser la mejor, amaba su playa, y eso bastaba para alegrarle el día. Extendió las piernas y se acostó en la arena a escuchar música. Comenzó a saltar las canciones en el mp3, y optó por “hijo de la luna” de mecano, era una canción hermosa, le gustaba mucho. Cerró los ojos y puso play.
 Tarareó la canción y se concentró en la letra, pero luego de unas cuantas canciones, el sueño se apoderó de ella.
De pronto, alguien comenzó a sacudirla. Greta, exaltada, abrió los ojos.
- ¡Siempre haces lo mismo Aaron! ¡¿Me quieres matar de un susto?!
Greta miró el reloj- ¡Había pasado tres horas tirada allí!- Pensó.- Pero luego se concentró en Aaron .
    Aaron, era su mejor amiga, una chica simpática y amigable. Súper planificadora y organizada, y algunas veces un poco mandona. Greta la conocía de toda la vida, era su compañera de travesuras y juegos infantiles, su comunicación con los chismes de todo el pueblo, quien organizaba a veces su agenda, quien la escuchaba y en quien podía confiar.
¡Tengo noticias! -Gritó Aaron emocionada - Tengo mil cosas para contarte. ¡¿Y adivina quién me habló?!
Greta, intrigada, se levantó ¿Hablaste con Alan?
Aaron, dejó relucir una enorme sonrisa y asintió.
Las dos se pusieron a saltar emocionadas y comenzaron a caminar hacia el mar, mientras Aaron contaba toda su charla con Alan muy efusivamente. Alan la había invitado a salir el próximo fin de semana, y ya estaban a jueves, por lo que tenían dos días para encontrar el conjunto perfecto.
Al llegar a la orilla Greta hundió los pies en la arena mojada, le encantaba esa sensación…  Las dos cesaron de hablar por unos minutos en los que se quedaron mirando al infinito, cada una en su mundo, hasta que Aaron, rompió el silencio
-¿Y tú? ¿Ya has encontrado tu amor de verano? -
Greta la miró algo fastidiada.
 -No necesito un amor de verano, así…estoy bien.-
 Aaron, insistente, se paró frente a ella .
– Tenemos 17 años, pronto entraremos en un mundo diferente lleno de reglas y responsabilidades que cumplir, y tú ¿Desaprovecharás el verano?
-No desaprovecho el verano, estoy bien así…- Greta parecía dudar de sus palabras - Mira, ya te dije, no buscaré a nadie, si he de encontrar a alguien simplemente pasará. Estoy cansada de idiotas que no saben más que babearse. Cuando crea que alguien vale la pena, sabes que no me negaré.-
Aaron quedó más satisfecha con aquella respuesta, por lo que cambió de tema.
 –Vale ¿Viste lo que ocurrió la otra noche?
- No, ¿Qué?
- Al parecer las cherrys, organizaron una “bienvenida” para los chicos que volvían del campeonato. Ange, tenía puestos unos tacos de 15 cm de alto, se abalanzó sobre Ben cuando bajaron del micro y  se le rompió el taco, ¡La pobre calló derechito a la fuente de la plaza!
Aaron y Greta largaron una carcajada, y luego olvidaron el hecho.
Greta, comenzó a caminar por la orilla.
- Sabes, quiero que sea un verano especial, conocer gente nueva, hacer lo que me gusta…No sé, hacer cosas locas… ya sabes.
Aaron caminaba a su lado, no era la primera vez que a Greta se le daba por cambiar su vida, pero no tenía ni una duda, de que efectivamente, lo haría. Cada idea de Greta era una aventura nueva por vivir y a Aaron le encantaba poder ser testigo de ello.
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-¿Vamos por unos licuados? Me cruje la panza.
- Vale
Las dos, caminaron hacia el parador de regreso, y en el camino saludaron a un par de amigos. Al llegar, Paul,  el dueño de la tienda las saludó a ambas.
- Hola chicas, ¿Cómo va? ¿Un licuado como siempre?
Greta miró a Aaron
-Y si pedimos no sé, ¿de Ananá?
- Vale, si sabe mal lo pagas tú.
Greta sonrió y se giró hacia Paul
- Dos de Ananá.
- Vale, ¿Algo más?
- Dos muffins
Greta miró a Aaron.
- Eso te lo pagas tú.
Aaron vencida asintió divertida.
Luego de unos minutos Paul se acercó con el pedido y Aaron y Greta se sentaron en las mesas de afuera.        Había una cielo hermoso, el sol comenzaba a caer y las nubes se habían tornado naranjas, un hermoso cuadro. Pero de todas formas, ya era  tarde, en Junio los días eran más largos, por lo que Greta y Aaron se despidieron de Paul y comenzaron a caminar de regreso  a sus casas .Una vez cerca, Greta,  pensó  en la escena de siempre. No tenía ganas de ir a su casa aún.
 En el camino, se cruzaron con Ben, Sam y Cosme, que iban en dirección opuesta a ellas. Sam se detuvo  a saludarlas y Aaron no pudo evitar derretirse frente a él…Greta se reía en su interior, le parecía muy cómico como se ablandaba con un simple “hola”.
Los chicos se dirigían a una fiesta a un par de cuadras de donde se hallaban y, sin mejor cosa que hacer, Greta y Aaron los acompañaron. Era en la casa abandonada cerca de la playa. Bernie y Julien habían organizado todo, cosa que no les extrañó ni un poco. La fiesta estaba en su tope, la música sonaba a todo volumen. En las esquinas había chicos vomitando. Un olor a cenicero general invadía la sala central, y el piso estaba cubierto de vidrios y colillas de cigarrillo. A Greta no le gustaba mucho el ambiente pero de todas formas, le parecía divertido su descontrol. Fue a la cocina y cogió un trago, mientras a su lado, Aaron miraba la escena con horror.  Luego de unos cuantos vasos Greta comenzaba a andar sin sentido y reír más de la cuenta. Aaron la perseguía aburrida, hasta que Alan la distrajo y la perdió de vista.
Eran las cinco de la mañana cuando la gente comenzó a irse. Algunos, volvían a sus casas totalmente ebrios acompañados por sus amigos, y otros iban a la playa. Greta hablaba con un tal Marcel con quien anduvo cuando perdió de vista a Aaron .Caminaron a la playa despacio. Marcel era un chico realmente simpático y divertido,  pero había algo que a Greta no le gustaba de él.
Al llegar a la playa, los demás había prendido un fogón, por lo que se sonrió. Amaba esos momentos sin sentido.
 Ella y Marcel se sentaron en la gran ronda, Aaron se encontraba cerca hablando con una de las Cherrys, cosa que a Greta mucho no le agradaba, pero de todas formas no le dio mucha importancia.
En el pueblo todos se conocían, eran como una gran familia, pero como en toda familia, a veces las cosas se volvían muy monótonas. Jean, un chico un año menor que Greta que vivía frente a la casa de Cosme, se puso de pié y propuso contar historias o anécdotas para pasar el tiempo hasta que amaneciera. Todos estuvieron de acuerdo, y por ser el ocurrente, Jean se vio obligado a comenzar.
A él se le daba muy bien contar historias, siempre consiguió llamar la atención de todos en el pueblo. Greta, se sentó bien y muy atenta, esperó a que Jean comenzara su relato.

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Milena Nahir Suárez



Capitulo ll

Todos se encontraban muy atentos mirando a Jean, quien, con una rama llameante en la mano, se encontraba de pie a punto de comenzar su relato. Caminó hacia un lado y luego hacia el otro, levantó la vista, y paseando aquella enorme antorcha comenzó:
“Ocurrió en invierno de 1955, los suelos se encontraban cubiertos por la blanca nieve, la gente no salía de sus casas sin miles de abrigos y los niños, recorrían las calles revoleando bolas de nieve y haciendo muñecos enormes. Pero, en una pequeña casa junto al mar, una casita que se encontraba justo aquí, a nuestro lado, vivía una familia de 7 integrantes. Se trataba de 5 hermanas, Lilit, Josefine, Carola, Marie, y Elizabeth. Las niñas jamás salían de sus casas…no más que hasta la puerta para observar la puesta de sol, y luego, se internaban en la pequeña jaula nuevamente. Su padre, era un humilde carpintero y su madre una lavandera.
Se dice que jamás se escuchó salir de allí sonido alguno.
Una tarde, cuando el sol bajaba y se topaba con el ancho mar, salieron a la puerta de casa solo 4 hermanas. Las cuatro, tenían una mirada ausente, y vestían los mismo harapos que de costumbre…Nadie prestaba atención al hecho. Las hermanas, comenzaron a susurrar cosas inentendibles, cada vez más fuerte, mirando al cielo. La gente  estaba atónita y en pocos segundo, solo quedaron en la playa la arena, el mar, las hermanas, y una pequeña niña detrás de un árbol.
La pequeña, en completo estado de shock, se encontraba muy quieta, observándolo todo, cada detalle. Rápidamente el cielo fue cubierto por espesas nubes negras. Aquel manto negro, tronó, y las aguas comenzaron a batirse. La humilde casa, comenzó a temblar y derribarse, mientras las 4 hermanas, sin dejar de susurrar a gritos, caminaban hacia las aguas turbulentas.
La niña, fue hallada al día siguiente, desmayada; las hermanas, fueron acusadas de brujas, y en cuanto a Elizabeth, su cuerpo no fue hallado hasta el día de hoy. Mucha gente en Hendaya no se acercó a las orillas de nuestras aguas durante años, hoy en día, algunos las siguen evitando.
Se dice que las hermanas, esperan ansiosas la llegada de una nueva era, y quien cruce la fosa marina luego de aquella gran roca, será eternamente su esclavo.”
Los chicos, riendo a carcajadas, aplaudiendo a Jean. Greta, seguía sentada  mirando las brazas quemarse. Había quedado algo impresionada, de todas formas, Jean era muy creativo, no debía de hacerle mucho caso. 
Cosme se puso de pié, y diciendo a los demás que se callaran, anunció que contaría  su historia. Greta, se levantó y se sentó con Aaron, se acomodó sobre sus piernas  y cerró los ojos.
La imagen de las tres hermanas caminando hacia el mar todavía latía en su mente poniéndole la piel de gallina.Mientras tanto , Cosme comenzaba su relato, pero pronto la voz de Cosme, se convirtió en música de fondo, y Greta solo escuchó la suavidad de las olas al tocar la orilla.

Eran las 8 am, Greta y sus amigos, seguían en la playa rodeando a las cenizas del enorme fogón de anoche. Greta se sentó  alarmada, miró  a su alrededor, y cuando  notó que no había regresado a casa aún, comenzó a sacudir a Aaron enérgicamente. Ella la miró desorientada sin entender que ocurría y cuando Aaron comprendió, las dos ya se encontraban corriendo por la salida principal del balneario hacia sus casas.
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Greta y Aaron irrumpieron en la casa . Ema se encontraba comiendo cereales frente al televisor, y la madre estaba junto al horno calentando agua para el café.

- Donde estuviste?- preguntó Isabel, la madre de Greta.
- Estuvimos en la playa, hicimos un fogón con los demás.
- ¿Y no te parece que podrías haberme avisado?
- Lo sé, lo siento…
Aaron levantó tímidamente la mano saludando a Isa. Greta tomó el teléfono y se lo dio a Aaron para avisar a su madre que estaba allí, y acto seguido, las dos subieron corriendo las escaleras hasta la habitación de Greta. Una vez allí, Greta se sentó en su cama tomó un almohadón y oprimiendo su cara contra el mismo gritó fuerte.
- Bueno, que más da. Buscamos ropa para tu cita?- Greta sonrió.
Aaron sonrojándose, asintió.
- Veamos, ya que se trata de una ocasión especial, eres libre de elegir cualquier cosa de mi placar.
-¿Cualquier cosa?- preguntó Aaron asombrada. (Greta no solía prestar su ropa salvo, pequeñas excepciones, pero jamás “cualquiera”. La ropa era un bien muy preciado para ella)
- Claro, elige lo que quieras, o de lo contrario…Puedes dejar que mis cualidades de futura diseñadora creen algo especial para ti.-Greta sonrió .
Muy entusiasmada Aaron comenzó a estudiar cada prenda del placar de Greta, había tantas cosas allí que jamás se había atrevido a pedirle…
Greta pensativa, busco entre una pila de ropa y sacó un conjunto beage hermoso que sabía que Aaron amaba , y según sus cálculos, le quedaría muy bien. Siguió buscando conjuntos, le encataba probar variedades. Sacó una remera roja con bolados, una pollera tiro alto abotonada, todos sus pañuelos, un vestido verde y un chalequito con un extraño estampado. Colocó la gran montaña de ropa sobre su cama y se giró hacia Aaron que seguía mirando la ropa sin tocar nada.
- Bien, que empiece la sesión de ropa.
Greta tomó la pollera tiro alto abotonada, y la remera roja y se lo dio a Aaron. Ella entró al vestidor(donde se encontraba el placar) y cerró la puerta. Salió luego de unos minutos, a Greta le gustaba pero definitivamente no era su estilo , asi que negó con la cabeza y le lanzó el vestido verde.
- ¡Un poco más y estoy desnuda!- Exclamó Aaron.
Ciertamente ella era algo más alta que Greta . Greta, finalmente le dio el conjunto Beage, un pañuelo color manteca con estampado de rosas rojas , este, no podía fallar.
Luego de pocos minutos, Aaron salió del vestidor con una amplia sonrisa, fascinada .
-¿Y? ¿Qué tal?
-Hermoso me encanta, es perfecto para ti. Lo sabía.
Era un conjunto realmente lindo, la parte superior constaba de una remera con tela de traje que se angostaba justo en la cintura y luego más abajo se abria. La parte inferior, era una pollera tubo, de la misma tela y aquel pañuelo, le añadía un toque especial.
-Bueno, problema resuelto. Alan no te soltará más.
Las dos comenzaron a acomodar la ropa que habían sacado hasta que de pronto entró Leo corriendo a la habitación y empezó a gritar que quería ir a la playa, que lo llevara.Leo tenía 7 años, era el hermano pequeño de Greta, y realmente lo amaba, pero de todas formas a veces conseguía hacerla enojar muy fácilmente.
- ¡Deja de gritar Leo! Más tarde iremos.
Leo satisfecho, sonrió.
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-¿Cuando es más tarde?
- No lo sé ¿Ya desayunaste?
-No.- respondió Leo bajito.
-Entonces yo que vos lo haría , de lo contrario no podría comprarte un helado, ni llevarte al mar…-
A Leo se le iluminó el rostro y salió corriendo hacia la cocina .
Greta y Aaron rieron.
- Bueno, creo que mejor voy a casa o tendré problemas.
- Vale.
 Greta,se puso de pié y acompañó a Aaron a la puerta, luego entró tomó la pava y puso a calentar agua para hacer mate.
- ¿Saldrás a algún lado esta noche?.-Dijo Greta dirigiéndose a Ema
-No lo sé. Tal vez…- Ema continuó mirando la pantalla del televisor.
- Bien.
Greta salió a la puerta de su casa y se sentó en el escalón de la entrada . La  calle era un camino de tierra,a greta le daba gusto que el asfalto no hubiera arruinado su paisaje. Miró el cielo que estaba totalmente despejado y se sonrió, podría ir a la playa con Leo sin problemas. Bostezó, se puso de pie y fue a apagar el fuego de la pava que ya tintineaba. Tomó el mate, la yerba y pasó el agua al termo.
- Mamá, ¿Dónde está mi cartera para el mate?.
Esperó un segundo y nadie respondió.Greta fastidiada comenzó a buscar por todos lados hasta que la halló detrás de la puerta.Colocó el termo, el mate y la yerba y se giró a Leo.
- Y bien¿ Has desayunado ya?
Leo se paró de un brinco y asintió.
- Perfecto, toma el traje de baño, pon galletas en la mochila y en unos minutos nos vamos.
Leo subió las escaleras muy de prisa y Greta fue detrás de el. Ambos entraron en sus habitaciones. Greta, tomó su conjunto de bikini , aquel en el que había invertido parte de sus ahorros. Era una bikini negra con puntitos blancos, era linda aunque a Greta le daba bastante vergüenza a veces lucirla.Luego, caminó hacia al placar para buscar una musculosa y un short , pero antes de poder recorrer esos 6 metros, tropezó con una de las maderas del piso de su alcoba.
-Qué torpe.- Pensó.
Se levantó, miró la madera y vió que estaba algo floja. La movió un poco con el pie y le dio algo de curiosidad por lo que regreso al suelo y levantó la maderita, acercó la vista y se sorprendió mucho, al ver que allí abajo había un cuaderno viejo, un pequeño librito negro totalmente cubierto de polvo. Greta abrió los ojos mucho más , sorprendida, y lo tomó. No tenía ningún título, la parte delantera y posterior eran negras y el lomo se encontraba algo estropiado. Abrió la tapa y lelló la primer hoja.
“Querido Diario…”
- ¿Y bien? ¿Listo?
-SÍ, ya voy.- Respondió Greta.
Greta tomó una musculosa blanca, un short, escondió en cuaderno entre una pila de ropa y salió de la habitación.Los dos hermanos bajaron las escaleras. Greta tomó la cartera del mate, Leo su mochila, y ambos marcharon rumbo a la playa que quedaba a no más de tres cuadras.
Al llegar, Leo quiso ir al mar, por lo que en dos segundos ya se había sacado la remera y corria hacia el agua. Greta, no tuvo más opción que sacarse la remera , dejar las cosas junto al parador y seguirlo.
El agua estaba realmente hermosa. Aquel  día el sol estaba fuerte por lo que era muy refrescante sumergir los pies en las pequeñas olas de la orilla. Leo, no tardó en encontrar a sus amigos, y Greta, se limitó a observarlo de lejos. empezó a caminar mar adentro , aunque no mucho más, el agua no le llegaba si quiera a las rodillas. Se cruzó de brazos,y no pudo evitar pensar en el pequeño libro negro ¿A quien pertenecería?Apenas llegara a casa lo averiguaría, o eso esperaba. Luego, comenzó a pensar en que haría aquel verano. Para resumir, debía aprovechar aquellos tres meses de vacaciones para cambiar su vida. Para volver a ser feliz… Como cuando era pequeña y se divertía con pequeñas cosas, o cuando su padre la abrazaba… Como cuando el estrés del colegio no se había apoderado de su vida y su corazón estaba a salvo de imbéciles en quienes, prefería no pensar. 
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Momentos después, Greta comenzó a caminar nuevamente hacia el parador, se sentó en la arena y sacó el termo, el mate, y una pequeña libretita que siempre llevaba consigo. Levantó la vista un segundo para asegurarse que Leo estuviera bien, tomó un mate y comenzó a escribir en su libreta.
“ Deseos para el verano 2011.
- Conocer el amor.
- Hacer algo que jamás antes halla hecho.
-Hacer algo Loco, pero, realmente desquiciado.
- Hacer las paces con mamá.
- Comprarme una moto.
- Conseguir un empleo.
-Leer una saga.
- Recorrer perfumerías buscando mi aroma.
- Ver una estrella fugaz.
- Renovar mi habitación.
- Hacer una fiesta.
- Conocer gente nueva.
-Hacer que sea el mejor verano de mi vida.
- Viajar lejos…”
Greta levantó la mirada, contempló el mar, y volviéndose nuevamente hacia su pequeña lista anotó.
“- Averiguar de quien es el librito negro.”

Greta paró de escribir y de pronto, Leo  aterrizó sobre Greta cubriéndola de arena.
-¡Leo!.- Exclamó Greta.-¡Estoy llena de arena!
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                                          Milena Nahir Suárez


Capitulo lll

Leo estaba riendo a carcajadas, mientras Greta refunfuñando, se sacudía la arena de todo el cuerpo.
-Bien, supongo que ya nos vamos para casa…- Suspiró- muero de sueño.
-¡Pero prometiste que compraríamos helado!
Greta revoleó lo ojos y le contestó algo resignada.
- Un helado y regresamos, ¿vale?
-¡Vale!- Gritó Leo y  como si le hubieran dado de repente una descarga eléctrica, comenzó a brincar  y salió corriendo hacia el parador con una sonrisa resplandeciente. Se paró frente a la barra, y saludó a Paul.
Pasaron solo algunos segundos hasta que Greta se reunió con ellos.
-¿Cómo va chicos? – dijo Paul.
- ¡Queremos helado!- Gritó Leo
- Lo que él dijo.- Agregó Greta.
Paul sacó un par de paletas de frutilla de la heladera, como los hermanos acostumbraban a comprar, y le dio una a cada uno. Greta pagó y rápidamente ambos comenzaron a caminar de regreso a casa. Greta moría de sueño, los ojos se le cerraban más y más a cada paso de solo pensar que en pocos segundos abrazaría a su almohada.
Al llegar, Greta saludó a su hermana y abrazó a su madre.
- ¿Qué ocurre? ¿Necesitas dinero, o algo por el estilo?
Greta revoleó los ojos y  entonces Isa la abrazó.
-Bien, en unos minutos almorzaremos.
- No tengo hambre, subiré a dormir.
- Deberías comer algo Greta, ayer tampoco regresaste a cenar…
Greta hizo caso omiso de lo que su madre le decía y subió las escaleras con desgano, como si cargara una mochila llena de piedras en la espalda .Al llegar a su habitación, se tiró a la cama y felizmente abrazó a su almohada. Era lindo abrazar a su madre, aunque no se llevaran muy bien, a veces la extrañaba. Greta se sentía tranquila, en paz. Cerró los ojos y dejó que su mente descansara, pero no duró mucho, en pocos segundos, Greta se sentó  en su cama.
- ¡El diario!
La intriga que se había aguantado durante todo el día, invadió en un segundo todo su cuerpo, y un deseo  irremediable de descubrir aquel pequeño misterio, repico incesablemente en sus pensamientos.
Greta se levantó de la cama y comenzó a revolear la ropa de su placar buscando entre cada pila el pequeño librito que la tenía impaciente hasta que pasados algunos minutos lo halló en el fondo del placar junto a un buzo viejo.
-¡Acá está!- Se dijo para sí
Greta abrió el libro de par en par y observó detenidamente la primera hoja y leyó:
“Para mi pequeña niña, ojalá algún día puedas perdonarme - Paris 9 de noviembre de 1938.”

Greta, observó un poco más la encuadernación, la letra, las texturas de aquel librito…Tocar aquellas hojas le daba una sensación mágica, le provocaba una adrenalina inexplicable. Como si aquel cuadernito le hubiera sido enviado o alguna cosa por el estilo. Volteó la hoja y siguió leyendo.
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“10 de noviembre de 1938.
Pequeña niña, sé que hace mucho tiempo que he partido  y jamás he escrito ni una frase para ti, pero prometo que pronto  de alguna forma intentaré estar contigo. Por el momento no puedo más que rezar por volver a casa y pintar en estas hojas lo mucho que pienso en ti. Cada día que paso aquí es una tortura. Te siento tan lejos, tan distante… Me pregunto si seguirás siendo aquella  que recuerdo, con implacable sonrisa perleada, ojos color café, con tus hermosos vestidos floreados que solías llevar. Como extraño tu sonrisa… Acá ya muy pocos sonríen, y hasta bajo de los efectos del alcohol, a veces veo todo tan triste… Los alemanes no paran de atacar, y yo tengo miedo, a veces pienso que quizás ya nunca regresaré. La guerra está a punto de desatarse en todo el mundo, las pocas señales que mi radio recibe anuncian una segunda guerra mundial segura y a mí me tiemblan las piernas. Cuanto te extraño mi pequeña, cuanto te extraño...”

Entonces, la puerta de la habitación se abrió y su hermana Ema entro avasallante.
-¡Mamá dice que bajes a comer!
Greta rápidamente cerró el diario, y desconcertada observo a su hermana.
- Em… ¿Qué? Dije que no quería comer.
- ¿Que tienes ahí?
- Nada, una libreta nada más.
- Lo que sea, adiós.
Greta se paró volvió a colocar el librito entre su ropa y nuevamente se acostó en su cama.
-Ahora sí me será imposible dormir.- Pensó
Pero si bien aquel misterio rondaba sus pensamientos, su sueño fue más fuerte, y no tardó mucho en quedarse dormida.

- Greta, despierta, son las 7 de la tarde… ¡¡¡Greta!!!
- ¿Que?- Dijo Greta con un tono vago - ¿Qué ocurre?
- Hola que tal, mucho gusto, soy Aaron… ¡y en pocas horas saldré con Alan!
- Ajam…- Dijo Greta sin comprender aún con los ojos cerrados.
- ¿Quieres levantarte y ayudarme a pasar estas horas acompañada? Si continuo así de ansiosa el mundo se quedará sin chocolate.
Greta abrió levemente los ojos, se puso de lado y sosteniéndose la cabeza con la mano derecha, se dedicó a observarla mientras Aaron caminaba de un lado a otro diciendo cosas que  no lograba entender.

- Lunática. Sí, totalmente desquiciada.- Greta suspiro y dejó caer su cabeza nuevamente sobre la almohada. 
- Claro, tú lo dices porque  no eres tú quien saldrá mañana con el amor de su vida. Ni si quiera sabes lo que se siente.
Greta se sentó de golpe sobre su cama algo impresionada.
- Claro, yo no sé cómo se siente ni sé nada de amor. – Se volteó y pensativa comenzó a mirar por la ventana.
- Lo siento, lo siento, en serio, perdóname me excedí.
-Sí, sí lo que digas.
Greta se sintió algo herida aunque no prestó mucha atención, así que se puse de pie y  se fue a dar una ducha. Aaron mientras tanto prendió el ordenador  y esperó a que Greta terminara de bañarse.
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Luego de unos 15 minutos Greta ya estaba de nuevo en la habitación, se encerró en el vestidor y salió rápidamente con el pijama puesto.
-¿Pijama? ¿Piensas pasar toda la noche aquí dentro?
- ¿Se te ocurre algo mejor?
- No lo sé, podríamos ir al parque, seguro todos estarán allí… Tal vez podríamos ir a bailar… Podrías conocer a un chico guapo, no sé, lo que sea…Quizás hasta te enamoras.- Dijo Aaron revoleándole  un almohadón.
- ¿Enamorarme? Ralamente no creo encontrar a alguien que me mueva ni una baldosa. De todas formas si lo hallara me veo horrible, y  hace meses que no compro ropa nueva, no podría gustarle a nadie. No, lo siento, no iré.
- ¿Que te ocurre? Has pasado todo el día durmiendo, estamos en vacaciones, y tú adoras ir a bailar. Así que metete en ese ropero y sal vestida. ¿Vale?
Greta dudó un segundo, se  apoyó contra la pared y pensó la propuesta. Realmente amaba ir a bailar era algo que le agradaba demasiado pero no tenía ganas de probarse mil cosas y que el espejo la defraudara, pero de todas formas, aceptó.
Greta entró al vestidor, sacó una pila de ropa y finalmente se decidió por un vestido con un extraño estampado con manchas azules, violetas y verdes.

- ¿Que tal esto?
- Genial, todos querrán bailar contigo.- Aaron sonrió.
- Pf. De todas formas, supongo que fue más sencillo de lo que esperaba.

 Las dos amigas se pusieron de pie, y pegadas al espejo que se encontraba  junto a la cama de Ema, comenzaron a maquillarse.
Algunos minutos después  ambas se sentaron en la cama totalmente producidas.
- Bien, dime exactamente qué haremos  Aaron.
- Mm, si quieres podemos ir a comer a “la estrella”…-
- Vale de seguro los demás estarán allí.

Greta y Aaron bajaron las escaleras y se sentaron en la mesa frente a la tele. Leo se encontraba mirando los dibujitos y su madre según Leo, había ido a andar en bici. A Greta le resultaba algo extraño que su madre ahora hubiera adoptado aquel hábito de salir a andar en bici por Hendaya y había formulado una clara hipótesis quela conducía a que su madre se veía con alguien.
Cada día al bajar el sol, Isa salía a andar en bici, según ella le gustaba el aire que corría a esas horas y el cielo anaranjado le agradaba por demás. Pero a ella no la engañaba, su madre había conocido a alguien, no le quedaban dudas y cada vez que pensaba en ello una extraña sensación de desengaño abofeteaba sus ilusiones.
Ya hace unos 4 años que los padres de Greta se habían separado. Su padre se había mudado a Madrid con una mujer de unos 10 años que Greta, algo que a ella de solo pensar le causaba  nauseas, pero de todas formas… ¿Qué podría hacer? Greta se sentía tan traicionada al pensar en su padre, que siempre que podía lo evitaba, pero la nueva costumbre de su madre la conectaba a tierra con frecuencia.
Entonces la madre de Greta abrió la puerta y entró en la casa con una amplia sonrisa.
-¿Cómo va todo chicas? ¿Van a salir?
Su madre parecía decirle a gritos que se estaba enamorando y a Greta le dolía profundamente. Más de una vez había fantaseado con que sus padres regresarían  a estar juntos y volverían a ser la familia que eran, pero ahora su madre parecía tan feliz… Greta se sentía bien por ella, pero a la vez le generaba una sensación de disgusto implacable.

- Sí, iremos a la estrella y luego a bailar.
- ¿Comen aquí? Pedí pizza, de la que a ti te fascina…

Greta notó que su madre se esforzaba por mejorar las cosas entre ellas por lo que miró a Aaron y volviéndose a su madre asintió con una pequeña sonrisa.

- Vale, fantástico- Respondió su madre que luego subió a su habitación y colocó plata en la mesa de la tele.
Pasaron solo algunos minutos hasta que el timbre sonó, y Greta suponiendo que sería la pizza tomó la plata sobre la mesa y abrió la puerta.

-Hola, em… la pizza.- Dijo el repartidor con un tono algo nervioso mientras se quitaba el ridículo gorro que llevaba en la cabeza.
- Sí claro.- Dijo Greta reprimiendo una risita.
Entonces Greta le entregó el dinero  y él lo tomó… Ambos se miraron fijamente estudiándose el uno a otro.
-Es tan hermoso…-pensó Greta.
 Era quizás el más guapo de todos los que había visto en Hendaya. Tenía una expresión en el rostro tan cálida, tan contagiosa que solo el hecho de mirarlo le daba ganas de sonreír. Pero su actual pesimismo no tardó en agobiar su mente y rápidamente se deshizo de aquel pensamiento. De todas formas, ¿cómo podría gustarle a él?
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Milena Nahir Suárez


Milee Nahir